A Selene pedí un día
tener tu mirada en mis manos.
¡Eran súplicas en vano!
Tú me arrebataste la mía.
Mirando hacia el cielo un día,
pedí a Dios el consuelo
de tus ojos, como el hielo
que crece en el alma mía.
¡Quién pudiera liberarme
desta, mi eterna agonía,
que sufre la vida mía
y quiere tu voz acallarme!
A Selene pedí un día
tener tu mirada en mis manos.
¡Sueños de un enamorado,
que soñó tu amor un día!
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